Después de lo ocurrido, trató de serenarse. Su aspecto era extraño y un ligero sudor perlaba su frente, mientras leves estremecimientos de fiebre recorrían su cuerpo, haciéndola respirar con dificultad.
Esther estaba aterrada. Había cometido un crimen pero la alentaba la recompensa que recibiría... Aspirando profundamente varias veces guardó la escuadra calibre 25 en su cartera y procedió a cambiarse de ropa. De una bolsa de lona, tomó una peluca de cabellos negros, un vestido de lana verde esmeralda, zapatillas café oscuro al igual que una cartera de piel, unos lentes de micas grises y guantes de piel también de color café. Guardó el vestuario anterior en la bolsa de lona. Fue al espejo de la recámara, se acomodó los cabellos, lucía preciosa, sacó unos cosméticos e hizo algunos cambios en su maquillaje. Fue al recibidor donde yacía Ricardo en el suelo, de uno de los bolsillos de su saco extrajo un billete, le dio un beso en la mejilla y salio de la habitación no sin antes poner el botón de seguridad...
La noche anterior Ricardo le comentó por teléfono que se había sacado el gordo, el premio mayor de la lotería nacional y quería festejarlo con ella y que lo acompañase a cobrar la impresionante suma de tres millones de pesos. Al colgar el auricular, Esther urdió su plan. La ambición se había apoderado de ella...
Llegó a la hora convenida al Hotel Principal, se dirigió a la suite 333 por las escaleras. Al abrir Ricardo la puerta, su sonrisa era espectacular, tomó a Esther en sus brazos y la introdujo a la habitación, ¡estaba eufórico!, la abrazó fuertemente, la besó como un loco y lloró de alegría. Después de calmarse, pasaron al recibidor, le mostró el billete 47333, luego guardo el billete en su saco. Al colocarse de espaldas a ella para servir unas copas y brindar, Esther abrió su bolso de mano y ..., disparó contra él tres veces, no se escuchó ningún ruido, la escuadra tenía silenciador.
Esther contaba con suficiente tiempo para cobrar el premio y salir de la ciudad. El Hotel Principal inmenso y concurrido ayudaba a sus planes, más en la época decembrina cuando se celebran tantas comidas y eventos de fin de año.
Recogió su auto, colocó la bolsa de lona en la cajuela y se dirigió al edificio de la Lotería Nacional; ya tenía su pasaje a Madrid y contaba con el tiempo suficiente para que le diesen su cheque y salir del país con toda tranquilidad.
Le extendió el billete a un joven que estaba en una ventanilla. Éste lo tomó y lo confrontó con el listado y se lo devolvió de inmediato, diciéndole que no tenía ningún premio. Ella comenzó a ponerse nerviosa y se dirigó a otra ventanilla, en donde le volvieron a decir lo mismo. Finalmente se dirigió a la Gerencia, la hicieron pasar con el gerente quien muy amablemente le pidió el billete, lo confrontó con la lista y la respuesta fue la misma pero agregó unas palabras que la dejaron atónita y aterrada: Creo señorita que le jugaron una broma muy pesada, recuerde usted que hoy, ¡hoy es el día de los SANTOS INOCENTES!, es 28 de diciembre.
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