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El Bebé y su paque movil (monólogo)


Todo lo que sean adelantos y productos más controlados y que posean garantías mayores para un bebé, ¡voto por ellos!. ¡Pero señores! Lo que estoy viendo desde hace un tiempo acá me parece un mundo de locos y de un aprovechamiento descarado de esos padres primerizos, nerviosos, novatos, con sus instintos paternales recién estrenados, con sus mentes llenas de interrogantes y dudas que como es lógico quieren lo mejor para sus hijos y caen como pardillos en esta sociedad de puro consumismo.
¿Alguno de ustedes ha ido a comprar un cochecito para un bebé? Les aconsejo que hagan unos cursillos antes de aventurarse a entrar en una tienda especializada de estos vehículos. Les puedo asegurar que es más fácil conectarse a Internet a través del microondas que comprar un cochecito. Los primerizos padres ya no pueden dedicar sus ahorros en amueblar y decorar el cuarto del niño, pues tiene que recurrir a veces a pedir un préstamo al banco para comprar una segunda plaza de garaje, en el caso que no haya ninguna en venta hasta llegan hasta a mudarse.
El tema va de estas guisas:
El primer lugar donde es depositado el niño es por supuesto el nido que te suministran en la clínica. Para poder sacar al niño de la clínica ya le han vendido un “maxicocsi” ( 18.000 pesetas) con la posición adecuada de 0 a 9 kilos.
Al llegar al seno de su hogar, se encuentra con un moisés, o capacho que le han vendido a sus papás (28.000 pesetas). De ese moisés lo trasladarán a una mini-cuna, (24.000) que le han hecho comprar a sus progenitores porqué las cunas de toda la vida no son adecuadas, ya que una cuna grande, de aquellas que se compraban para luego quitarle las barandilla y que durara unos añitos de camita, no están aconsejadas porqué pueden producir una muerte súbita. Cuando el pobre bebé le ha cogido cariño y gustito a su cunita, ¡lo vuelven a trasladar! Ahora le toca estrenar la cuna tipo saco de la ropa, porqué resulta que este rectángulo cuadrado evita la entrada de polvo al no tener barandillas; este cuesta, armazón y saco monisimo lleno de ositos unas 40.000 pesetas. El bebé se ve metido en ese saco y piensa que sus padres lo han confundido con la barra del pan, pero el pobre se acostumbra durante unos meses a tener una cuna sin vistas. De pronto, ve que a sus padres le han vendido una cuna estándar (45.000 pesetas). El bebé, al ver la cuna clásica, se alegra y comienza a emitir algunos sonidos de gozo y felicidad, porqué por fin podrá ver a sus padres mientras le da ritmo a la chupa en su cunita amplia y con vistas. A todo estos muebles hay que añadirle el parque, o corralito y el mueble para bañarlo y vestirlo.

Para llevarse al niño de paseo a la calle en el coche de papá, resulta que tienen que comprar ¡Un marsúpio!, no, no es una palabrota, se lo puedo asegurar, es un asiento que deja al niño colocado que parece un huevo pasado por agua dentro de su tacita adecuada y el “marsúpio” en cuestión le será útil hasta que llegue a los 9 kilos, después, cuando ya ha superado esos 9 kilos, es colocado en el coche en otro asiento, el “maxicossi” de 9 a 18 kl. (20.000 pesetas). Por la calle será paseado dentro del capacho del cochecito, (con lo cual le habrán sacado más perras a los primerizos padres) y este llevará una maleta colgando que se la habrán vendido por el módico precio de 20.000 pesetas. ¡Pero aquí no queda la cosa señores! Porqué cuando ha terminado su etapa de bebé y pasa a ser un infante, tienen que comprar: la sillita que se adapta al carrito, tienen que comprar la sillita de ciudad con toldo incluido (16.000 pesetas), la sillita modelo mochila que se puede llevar colgada en el hombro y para sitios estrechos la sillita bastón. Si suelen practicar el paseo en bicicleta, comprarán la sillita (aspecto ortopédico) que queda divinamente encajada en el sillín de atrás de la bici. Y ya para finalizar comprarán la sillita para el automóvil de forma anatómica y para más peso, sin olvidarnos la nueva sillita para el coche cuando el niño ha cumplido los tres años, que le durará hasta los 12 (¡menos mal!), durante la niñez tendremos que comprar el corre pasillos y el taca-taca; aunque ahora resulta que no es recomendable, ¡y yo me digo! ¿Como hemos podido pasear nosotros, las abuelas, a nuestros hijos?. ¿Habré sabido yo pasear mis hijos y al de la vecina?. Me quedo llena de dudas y de un sentimiento de mal hacer que no me deja vivir, lloro en la soledad de mi alcoba pensando que he sido una madre inepta, que no supe como se paseaba un bebé. Pero ahora les tengo que dejar porqué mi nieto me ha pedido que vaya a comprarle un monopatín de cinco marchas, turbo y dirección asistida, por supuesto homologado por la Unión Europea, porqué una, a la vejez, se ha hecho una experta en esto de comprar trastos para los más pequeños. Atrás queda aquella época en la cual las madres no comprábamos “marsupios”, “maxicossis”, sino que usábamos el sistema “presti-cochi”, o sea que nos lo prestábamos, o los heredábamos de nuestros antepasados.
Hasta el próximo monólogo y que ustedes paseen bien.


Mercedes A. Alexandre

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Publicado el: 09-06-2003
Última modificación: 00-00-0000


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