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SOBRE LAS SIAMESAS LADEN Y LALEH BIJANE

... ver la vida y la muerte,
la síntesis del mundo,
que en espacios profundos
se miran y se abrazan.

A las poesías completas de A. Machado – Federico García Lorca

El deseo de escribir algo sobre el caso de las siamesas Bijane, nació en la tarde del lunes 7 de julio.
La dificultad para justificar su inserción en portales de arte o literarios, de los que soy habitual usuario, la tengo en este mismo momento frente a mí.
Pero, como dejé asentado en algún lugar: “En lo personal siento que mi misión es: Aprovechar mi capacidad como escritor para colaborar en la creación de un mundo mejor”.
Partiendo de esta premisa, la cita literaria que prologa este artículo y las restantes son meras excusas para permitirme exponer el sentir de mi corazón.
La tarde del lunes el periódico daba cuenta de información brindada por agencias noticiosas de Singapur. El título era: “La separación de las siamesas entró en su fase más delicada”.
Nos decía que se había tenido éxito en la separación de los cráneos de Laleh y Laden Bijani, unidas por la cabeza desde su nacimiento. Pero restaba separar ambos cerebros, independientes, pero que compartían una vena. Los neurocirujanos estimaban que la operación, por lo compleja, podría prolongarse por tres o cuatro días más. Exponía también algo que las siamesas conocían: alguna de ellas podría morir.
Al día siguiente, martes 8 de Julio, los diarios anunciaban la muerte de ambas como consecuencia de una gran hemorragia que el equipo médico no logró estabilizar.
Primero murió Laleh. Noventa minutos después Laden.
Zari Bijani, hermana mayor de las siamesas, tras enterarse del primer deceso, preguntaba: -¿Mi amada Laden, ya no está con nosotros?-. Luego se desmayó.
Quizá su desmayo reflejó las palabras de Nicolás Guillén en su poema Miedo:

De repente me asusta
pensar que estoy viviendo.
¡Qué aventura terrible,
qué miedo!.
Estar aquí encerrado,
el corazón latiendo;
....
aquí como un sonámbulo
...
Yo aquí en la vida, solo,
viviendo.

Laleh y Laden, ya no existen. Pero quizá lo poco que sabemos sobre ambas, al menos lo poco que yo sé, nos permita componer un mensaje vital.
En la nota del martes leí que “No siempre reinaba la armonía entre ellas”. Me pareció un comentario sin sentido porque no representa una circunstancia nacida de su condición de siamesas. Mis hijos, como muchos hermanos, mantienen disputas con frecuencia. Como toda pareja, como todo conjunto humano.
Lo concreto es que contaban con 29 años; casi tres décadas juntas, unidas por un estigma; que se recibieron de abogadas; que una deseaba ejercer el periodismo y otra la abogacía; que las dos, según su última carta, deseaban comenzar sus “nuevas y maravillosas vidas, como dos personas separadas”; que agradecían al mundo las reiteradas muestras de afecto que recibieron.
No me cabe duda que ellas querían vivir.
Amaban la vida. Aún más que eso: Aceptaban la vida; esa vida de ellas que no era como la tuya o la mía. No se abandonaron a morir cuando tomaron conciencia de su manifiesta diferencia frente al común de la gente.
Planificaron el futuro. Estudiaron y se prepararon para ejercer una profesión.
Sin duda alguna, soñaron mucho más.
Y de alguna forma, desde luego inexplicable, todo esto es para mí como si ellas mismas me estuvieran invitando a presentar algunas reflexiones.

Amadas, idealizadas voces
de aquellos que murieron, o de aquellos
perdidos para nosotros como los muertos.
A veces nos hablan en sueños;
a veces la mente las oye en los abismos del pensamiento...

Voces – C. P. Kavafis

Imagino que ellas habrían aceptado con mayor facilidad que otros, tener hijos diferentes. Probablemente habrían aprobado continuar con la gestación de seres como ellas, sin que ello signifique oponerse a decisiones en contrario.
Su propia vida, diferente, compleja hasta lo postural, pero empecinada en la continuidad de ser, me habla de su respeto a la posibilidad que nos brinda cada día; me habla de estar por encima de si mismo para sobreponerse a las más crueles batallas.
Y ¿Qué decir de aquellos que supieron ser sus amigas y amigos?, ¿Del constante amor y dedicación que sus familiares directos le brindaron?, ¿Del estimulante respeto y comprensión que debieron obsequiarles aquellos que fueron sus maestros, instructores, a lo largo de casi tres décadas?.
La vida es hermosa pese a todo y siento que aquellos que tomaron contacto con ellas habrán concluido que vale la pena vivirla.
Ellas querían seguir viviéndola.
El escritor Juan Ramón Jiménez me llegó al corazón, por primera vez, en mi adolescencia con el poema titulado “El viaje definitivo”:

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico...

Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
y se quedarán los pájaros cantando.

De esta forma, Juan Ramón Jiménez nos dice que la vida continúa.
En la ceremonia funeraria de las siamesas, paradójicamente, hubo dos féretros.
En Argentina, unas siamesas de la provincia de San Juan que compartían el mismo tronco, con menos de un mes de vida, murieron el jueves 10 de Julio.
La vida continúa. El mundo sigue andando. Pero soy de aquellos que a los que no les gusta andar camino a ninguna parte.
Mis hijos son como la mayoría de los niños. Pero me pregunto ¿Qué lugar hay para los diferentes?; ¿Hay algún centro que convoque a los padres de hijos siameses a nivel mundial?; Tenemos organismos de ayuda para sostener en su batalla a los humanos con enfermedades terminales y a sus familiares, ¿No debería haberlo para estas excepciones, para estas afecciones quizá menos frecuentes?; y si las hay ¿No debería difundirse mucho más?. Para esto como para tantas otras dolencias ¿No sería maravilloso que, además de la economía, también globalicemos la ayuda mutua, la solidaridad?.

Será tu labor, si quieres,
ayudar a esta propuesta;
impulsar el surgimiento
de una nueva conciencia
...
que por encima de todas
las humanas diferencias
ame a la Tierra, su casa,
y a los hijos que ella alberga.

Camino a la unión – Daniel Adrián Madeiro

Ojalá todos aprendamos a amar y valorar nuestra propia vida, amando y valorando también la de nuestros semejantes.
Estoy seguro que podemos hacer un mundo mejor para todos.
Quiero creer que todos estamos sintiendo y empezando a trabajar para ello.


Madeiro@Tutopia.Com
Demos_Amor_al_Mundo@Yahoo.Com.Ar

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Daniel Adrián Madeiro

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Publicado el: 12-07-2003
Última modificación: 00-00-0000


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