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Cuando faltan las palabras

Hace unos dìas atràs, en el chat de èsta pàgina, àlguien me preguntò, "què era el reto de vivir". Le dije escuetamente que era el salvar todas las trabas con las que diariamente nos encontràbamos, me preguntò entonces còmo hacìa para enfrentar su dìa a dìa con el Alzheimer y de pronto, yo que amo las palabras y las tengo por montòn..me quedè sin ellas. Me quedè en blanco, buscando la palabra justa, la que consuela, la que apoya. Pensè en todo lo que se ha escrito sobre el tema, pensè en todos los tratados de psicologìa, de autoayuda, la gestalt y nada parecìa funcionar. Todo me sonaba vacìo, hueco de la verdadera ayuda. Es tan fàcil decir cosas cuando lo que se sufre lo sufren los otros, el vecino de al lado, pero no yo.
Entonces pensè en lo que una amiga muy querida y cercana me dijo: los seres humanos somos valientes. Soportamos situaciones difìciles, pèrdidas, enfermedades, ausencias, dolores fìsicos y morales que la mayorìa de las veces son màs duras que las fìsicas y las soportamos sin morir y seguimos viviendo a pesar de los pesares.
Entonces, què palabras hacen falta para ayudar, en mi caso con el cancer pude seguir adelante por la prestancia de ànimo que me embargò siempre, pero sobre todo porque tuve a mi alrededor amigos entrañables que me ofrecieron sus abrazos y sus manos para apoyarme, una familia que me hizo sentir que de verdad siempre he sido hija y hermana. Es fàcil dejarse llevar por la desesperanza cuando volteamos y vemos morir lentamente a nuestros seres queridos, cuando sabemos sin lugar a dudas que no hay posibilidad de recuperaciòn. Pero tambièn debemos entender que hasta el final y por duro que sea, podemos dar amor, asistencia fìsica y espiritual y es momento que entendamos que al dar tan grande servicio nos estamos sirviendo a nosotros mismos, estamos dejando que Dios obre con nosostros y para nosotros. Quizàs las palabras se escapen de los labios, pero lo que no debemos dejar escapar aùn con el silencio, es un abrazo muy fuerte y el ofrecimiento de un hombro para llorar o reposar del duro vivir. Cierto, cuando faltan las palabras quedan las miradas, las oraciones, la compañìa. En esta circunstancia quisiera que todos los que sufren alguna pena que crean insuperable, sepan que a pesar de la distancia, tienen a una amiga capàz de orar y conversar a travès de las lìneas de un correo que nos brinda en su privacidad, la oportunidad de desahogar lo que llevamos por dentro. Cuando faltan las palabras nos queda el silencio compartido...el amor de la amistad y la fè de que nada en esta tierra es para siempre. Que Dios, sì existe y que a la postre nunca nos deja de su mano. Cuando faltan las palabras nos quedan las manos entrelazadas en la cadena màs grande de la vida: la solidaridad.


Migdalia B. Mansilla R.
delmibet@hotmail.com
migdaliabeatriz@jubilatas.com


Migbet

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Publicado el: 07-08-2003
Última modificación: 00-00-0000


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