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EL CONTENEDOR





Era un día gris, de los muchos que tienen nuestros inviernos, y desde mi balcón por los cristales, vi a una niña muy delgadita, buscando por los contenedores de la basura, pensé que buscaba algo para comer, la estuve observando mucho rato, iba regularmente vestida no llevaba harapos, un vestidito sencillo con una rebeca un poco deslucida.

Ella no buscaba comida, la veía muy afanosa sacando todo lo que había dentro del contenedor, y al final logró sacar una piltrafa, yo no veía que era, y como mi curiosidad era tan grande sin decir nada y muy sigilosamente salí de mi casa, dejé la puerta entreabierta, para no tener que llamar y tener que darles explicaciones a mis padres.

Cuando ya estaba cerca, vi como sacaba del fondo del contenedor, una muñeca rota sucia, que ya habría pasado por muchas manos, por el estado en estaba la pobre muñeca, más bien un era un guiñapo.

Al acercarme la niña se asustó, pero como yo era otra niña, se sonrió y me dijo, es que estoy buscando una muñeca para mi hermanita pequeña, se pasa el día llorando por una, y como mi papá no tiene dinero, no se la puede comprar.

Yo la miraba y me daba pena, yo tenía muchas y le podía regalar una, pero sin el permiso de mi mama no podía. La cogí de la mano, le hice que tirara lo que le parecía una muñeca, me miraba con mucha curiosidad, pero no quería soltar la muñeca, y se puso a llorar, forcejeamos para que tirara la muñeca, pero en ese momento pasaban por allí unos chicos, y creyeron que yo intentaba quitarle muñeca rota a la niña, y la emprendieron a manotazos conmigo, la niña les dijo que no se la quería quitar, que le daba pena que buscara en un contenedor una muñeca. Los muchachos lo comprendieron y les dije que yo vivía allí cerca, y había visto a la niña revolver en el contenedor y que ella tenía muchas y que pensaba subirla a su casa para que sus padres le dieran el permiso para darle una muñeca nueva, y no la que había encontrado la niña, sucia y rota. Los muchachos lo comprendieron y se fueron.

La cogió de la mano, y se la llevó a su casa, le preguntó como se llamaba, le dijo que Rosa igual que su madre que había muerto, y no tenía madre, ella era la mayor de tres hermanos, y la pequeña lloraba para que le compraran una muñeca, pero eran tan pobres que no se la podían comprar.

Mis papás son muy buenos me compran todo lo que quiero, y como tengo varias, yo te puedo regalar una, pero le haremos un paquete bien hecho, y creerán que se la has comprado con tus con tus ahorros, en un buen comercio.
Rosa se echó a llorar y le dijo como les voy a decir eso, si saben que yo no tengo dinero,


1.
Mi papá no nos da nada, nos da para algún bocadillo, el no trabaja y bebe mucho, como ahora no está, he aprovechado para salir, pues nos lo tiene prohibido, no quiere que hablemos con los vecinos, dice que son unos cotillas.

Cuando vivía mamá, jugábamos con los niños del barrio, pero ahora no nos deja ir a ningún sitio, no vamos al colegio por no tener libros, dice que eso son paparruchas, que nos busquemos la vida pidiendo y al ver que somos unos niños, siempre nos darán algo, sobre todo para comer, pues el no tiene trabajo ni dinero, y gracias a los pocos amigos que le quedan, le dan para tabaco y para invitarle alguna copa, pero viene borracho todas las noches, y algunas veces nos pega, y nos dice a la cama, que mañana será otro día.

Yo la escuchaba mientas me hablaba, era una niña de unos ocho años más o menos, yo era casi de la misma edad, pero que distintos eran mis padres, que cambio había de una a otra. Yo disfrutaba de toda clase de comodidades, unos padres que me adoraban y me daban todos los caprichos que yo creía eran necesarios, mientras yo había visto en Rosa, una niña que carecía de lo más esencial, no eran solo los juguetes, si no hasta de la comida tan necesaria en la vida de unos niños que estaban creciendo.

Me contó que muchas noches llegaba su padre, y les reñía por no estar acostados, y ellos, esperaban que les trajera algo para cenar, en la casa no entraba nada de comida que no lo comprara él, y que él a su vez se lo gastaba en vino alegremente con los amigos.
Yo la abracé, y llorando, llamé a mi madre que vino enseguida y se quedo sorprendida de ver a una niña con ese aspecto y llorando, le extrañó mucho. Su hija le puso al corriente de todo cuanto le había contado Rosa, pero ella no podía resolver nada, tenían que poner al corriente de todo a su marido, y él vería lo que se hacía pues era una caso de humanidad, y ellos como buenos cristianos, ayudarían a resolver el problema de la mejor forma posible.de hacerlo.

Ana, que así se llamaba la niña que había encontrado a Rosa, le buscó entre sus muñecas una muy bonita, se la envolvió en un papel alegre propio de estas fiestas, y le regaló algunos vestidos para ella. y para su hermanita de cuando ella era pequeña rebuscando en los armarios, encontró algo.
Pero ahora quedaba su hermano, como no había niños en la casa pues era una sola hija, bajaron a unos grandes almacenes y buscaron un pantalón vaquero más o menos de su talla, y con todos estos regalos, y comida que le dieron para que cuando su padre llegara, ellos ya estarían acostados., a si no se enfadaría como la hacia otras veces.

No comprendía que los niños tenían que cenar antes de acostarse, él venía arto de vino, y no lo comprendía, y a sí transcurría la vida de estas criaturas, hasta que llegó el milagro de la muñeca que Ana quería sacar del contenedor, y casi se convirtió en milagro.

Había conocido a una familia humana, que de momento, les había ayudado, se solucionó algo, pero la vida continuaba, y había que resolver la situación de esas tres criaturitas, que no podían continuar a sí.


2.
El padre de Rosa al enterarse, trató de buscarle un trabajo al padre para que pudiera ir haciendo frente a su situación, pero el alcohol, lo tenía dominado, y en tres trabajos que lograron encontrarle, de los tres fue despedido, no rendía en su trabajo, y era un peleón con sus compañeros.

Trataron de ayudarle, pues alguno ya había pasado por esa situación y lo comprendía mejor, pero tenía un carácter fuerte y llegó un momento que lo dejaron por imposible, y lo despidieron del trabajo, en donde solo había estado ocho días, y con el poco dinero que le dieron, compró comida y se fue para su casa.

Cómo ese día no había bebido, parecía un hombre normal, y cargado de paquetes entró en su casa y los niños al verlo, todos a un tiempo le decían papá, ¿qué nos has comprado? creyeron que les había comprado juguetes, pues todos su amiguitos estaban jugando con los suyos.

Su padre había sido más practico, compró comida que era más necesaria que los juguetes para los niños, como esos días no había bebido casi, se daba cuenta de la situación en que estaban, y trató de ser más humano, el mismo hizo la comida a su manera, no estaba acostumbrado, siempre la hacía su mujer, y al morir ella, casi los dejó a su suerte, que se las arreglaran, su hermana se la podía hacer, pues su madre ya le enseñó hacer algunas cosas, y de esta manera la chiquilla lo hacía cuando tenían para hacerlo, pues a su padre se le olvidaba de darle dinero para comprarla, y poco a poco fueron careciendo hasta de los más necesario.

Este fue el motivo de que Rosa, con la excusa de la muñeca, buscara algo de lo que suelen tirar en los contenedores, pero no encontró nada, solo esa muñeca rota y sucia, que Ana se la hizo tirar, pera ella regalarle una de las suyas, y ese fue el motivo de llevarla a su casa, y todo vino rodado, hasta el trabajo del padre que no supo aprovechar la suerte de encontrar un trabajo, en que era difícil hallarlo.

Con el dinero que le pagaron por los días trabajados, y todo cuanto les dieron los padres de Ana, pues trataron en lo posible, que esa familia pasara unas fiestas tan señaladas, por lo menos con lo más necesario.

Ana su hija, les pidió a sus padres, que como era Navidad, les invitaran a cenar con ellos así sería como una familia, pues ellos solo eran los tres, y entre todos formarían una familia completa, cantarían villancicos muy propio de esos días y no estarían tan solos, a su madre le pareció muy bien, y el padre que era un buenazo, hacía lo que su mujer dijera.

Ana se fue corriendo a casa de Rosa, para decirles que quedaban invitados a cenar y comer en los días de Navidad, a si no estarían solos. El padre de Rosa la miraba y se preguntaba, que les había dicho para que se portaran de esa manera, era el mejor regalo de Navidad que recibía después de haber perdido a su mujer que era lo que más quería en el mundo, se echó a llorar como un chiquillo,



3.
Todos trataron de tranquilizarle, que era día de alegría, que los niños estaban contentos, que tenía que pensar en ellos, para que el día de mañana fuera algo en la vida.
El padre de Ana, le dijo que si le prometía no volver a beber, él le pondría de vigilante en la fabrica que era el Gerente, y hacia las veces de dueño pero no quería comprometerse hacerlo fijo de momento. Le pondría un sueldo para que llevara una vida ordenada. A los niños lo primero era llevarlos a un colegio, para que se hicieran un puesto en la sociedad, pues de la forma que vivían no podían seguir, se lo hizo prometer formalmte, pues se jugaba su puesto por querer ayudarle.

Antonio que así se llamaba el padre Rosa, le besaba las manos llorando, y le dijo que palabra de hombre dejaría de beber, pues ya notaba que le hacia daño.

De esta manera, un simple Contenedor, había hecho el milagro. El padre de Rosa la miraba, y no encontraba respuesta, le parecía un milagro, pero lo acepto como tal, encontrar un trabajo tan fácilmente. Pues en la forma que se lo planteo ya no podía volverse a tras.
Todos lloraban de alegría. Y para todos, fueron las Navidades más felices de su vida, lloraba reían cantaban.

A sí termina este Relato, triste pero con un final feliz. Y gracias un simple CONTENEDOR







4.












Teresita Vázquez

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Publicado el: 31-05-2005
Última modificación: 00-00-0000


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