An estaba latente en su memoria, aquel da en que el tornado haba devorado los techos de las casas.
Recordaba el terrible desamparo que sigui a la tormenta misma. Fro, obscuridad y lluvia que calaba hasta los huesos. Aquella catstrofe reviva ahora en su memoria, recordada con imgenes casi reales
Las interminables horas transcurridas hasta el amanecer, cuando la luz del da enfoc el dolor en toda su magnitud.
La desolacin de ver los rboles arrancados de raz, los nidos y las aves muertas, las chapas y enceres domsticos tirados por doquier, ramas y follaje de la vecindad entremezclados, una suerte de promiscuidad del dolor que se evidenciaba en ese gran desorden de objetos esparcidos por cuadras a la redonda.
Luego de tratar de cubrir y proteger lo posible, lo poco que quedaba sin estropear, Daro se haba sentado al borde de un cantero como para tomar aliento, no haba comido desde el da anterior pero tampoco vea la posibilidad de probar bocado, sin luz, sin gas y sin nada comestible a mano, solo objetos desvastados, paredes derruidas y la tristeza ladrndole a la vida.
- Quers un mate?
Levant la vista sobresaltado y all se encontr con un rostro sonriente y una mano amigable que le extenda un mate.
- Prob los bizcochitos y el pan de grasa que hizo la patrona agreg su desconocido y cordial interlocutor, mientras con el termo recargaba el cimarrn.
- Me llamo Diego, vivo del otro lado de las vas y vine con los pibes por si alguien necesitaba una mano. Ch, que fue fuerte esta vez! Ayudame a bajar el nylon agrario, as cubrimos todo por si se larga otra vez. Despus vuelvo con la chata. Voy a cargar unos tirantes y unas chapas que tengo en el galpn y con los chicos te ayudamos a techar un poco el rancho
El trabajo, la charla, haban retemplado el nimo quebrantado por tanta destruccin y el mate se prolong en la cazuela caliente que le alcanz Diego para la cena, ya que Daro no quiso dejar sola la casa o lo que quedaba de ella.
- No, si me voy me dejan sin nada don. La gente es mala sabe? No se puede dejar la casa sola, hasta la bomba se llevaron la otra vez -
Pero ahora todo era distinto, era el agua cubrindolo todo, apenas se vean las copas de los rboles. Estaba navegando sobre el pueblo. No se poda creer!
Haca aos que no transitaba por all y la casualidad lo encontraba ahora, llevando ayuda y rescatando mujeres y nios de los techos, en su lancha de paseo.
En medio de la noche crey or algo, apag el motor y entre el chasquido del agua golpeando el casco, escuch una voz pidiendo ayuda. Se acerc y en el borde de una azotea, un matrimonio muy mayor tiritaba de fro junto a un perro, la violenta crecida los haba sorprendido sin darles tiempo a nada, solo pudieron trepar a la terraza para salvar sus vidas y all estaban haca horas, sin haber sido rescatados.
Carg a los ancianos y al perro, cubri a todos con mantas secas y les convid caf caliente de un termo y galletas marineras, naveg un buen rato en medio de la ms profunda desolacin, guindose por las luces de la ocasional costa y la luna que era un reflector natural, le enfocaba las peligrosas siluetas que sobresalan del agua, postes de luz, techos, , as lleg finalmente a la orilla que era el terrapln de la autopista, evitando el puente donde la turbulencia arrasaba con todo. All lo esperaba su camioneta y el remolque para transportar la embarcacin. Como ese era su ltimo viaje de rescate, le ofreci al matrimonio alojamiento en su casa, a muchos kilmetros de distancia para que pudieran estar a salvo y confortablemente. Una vez all, encendi las estufas y busc ropa abrigada para que se cambiaran las prendas hmedas, mientras armaba con el silln del living un improvisado dormitorio con abrigadas mantas.
La pequea mascota de sus huspedes comi desde sopa, hasta los restos de los restos que rescat Daro de la heladera. Sabido es que los perros se adaptan a las mayores adversidades, con tal de permanecer junto a sus dueos y este pichicho no era la excepcin, haba degustado todo, sin descuidar bocado.
Haba cierta magia en esa cena de sopas calientes, de apagada charla, la tristeza por lo perdido, se mezclaba con la alegra del rescate y el agradecimiento.
-Sabe, Don Diego? Hace muchos aos yo pas por lo mismo, claro era muy joven. Un tornado me levant los techos y la solidaridad de alguien que se llamaba como ud. y a quien ni siquiera conoca, fue tan grande que ante esta catstrofe no dud ni un instante en dar una mano - y diciendo esto pas a referir aquella experiencia. Terminado el relato una sonrisa ilumin el rostro bondadoso del anciano que emocionado se levant y abraz a su anfitrin.
- Daro veo que mi mate y la cazuela de la patrona de aquel da, fueron la chispa para tu gesto solidario de hoy. En esa oportunidad yo fui el que con mis hijos te ayud con los techos y ahora el destino nos vuelve a encontrar. Vos con menos pelos y nosotros con ms arrugas. Los chicos crecieron y volaron y vos regresaste para devolver la gauchada. La pucha! las vueltas que da la vida muchacho - y no pudo continuar
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