La primera vez que platiqué con él, le pregunté su nombre: ¡Gazapo! -Me contestó-
Bueno, pero... Gazapo qué...
Gazapo, déjalo en Gazapo.
Por supuesto que no pensé que fuera su nombre real, pero... ¿Qué querría ocultar Gazapo, a la sombra de un seudónimo..?
Como el nombre no me decía mucho, empecé a investigar, y por andar jugando al investigador, quedé más que confundido... porque, fíjense lo que dice el diccionario:
Gazapo: Conejo joven.
¿Se dan cuenta? De no ser el Conejo Blas, no imagino a ningún otro conejo diciendo, ¡y mucho menos escribiendo!, los poemas que están a punto de conocer. Así que, no conforme con esta definición, seguí investigando: Gazapo.., Gazapo...
¡Gazapo!: Disparate. Sinóniomo de error.
Esta definición me aclaró un poco el panorama. A lo largo de esta historia notarán, que la vida de Gazapo, fue precisamente eso: Un error, un auténtico aunque maravilloso) disparate.
Por fin en el diccionario de la Real Academia Española, encontré lo que estaba buscando:
Gazapo: Hombre taimado o astuto.
No supe lo que era taimado, pero ya no me puse a investigar, lo de astuto me dejó plenamente convencido, por eso pongan mucha atención en lo que les voy a platicar, porque contándoles la Historia de Gazapo, podrán darse cuenta de porqué estoy aquí, entre estas cuatro paredes, compartiendo con ustedes, algunos de sus secretos.
Lean, sin afán de crítica. Déjense llevar por la rima y la cadencia de cada uno de los poemas, les aseguro que se van a identificar, no con uno, sino con varios de ellos, porque un poema es una vivencia y las vivencias se transmiten, generación tras generación, de persona a persona, de corazón a corazón.
Si algún día se atreven a repetir alguno de estos pensamientos, ¡adelante, pueden hacerlos suyos! Porque después de todo... ¿De quién son los poemas? Fíjense qué bonito: "Un poema decía Gazapo no importa quien lo escriba, son palabras dictadas por Dios y transcritas por el hombre, para dejar testimonio por escrito, de que el amor existe, desde siempre y para siempre"...
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