Como ya lo habrán notado, en esta historia, el amor y la amistad, lo permitido y lo prohibido, se entrelazan en una maravillosa poesía.
Si eres hombre, deja volar tu imaginación, conviértete en el protagonista de todas estas fantasías y disfruta del amor, como muy pocos, se han atrevido a hacerlo.
Si eres mujer, imagina que eres tú, a quien Gazapo ha dedicado todas estas líneas. Te vas a sentir como reina: Amada, dichosa; deseada, hermosa; ¡Viva, como debe ser..! En una palabra, te vas a sentir... MUJER.
Esta historia es un homenaje, pero no a Gazapo, sino a la noche en que lo conocí... Fue una noche de bohemia, donde todos cantábamos. Ningún orden específico, ningún profesional. Éramos puros amigos, canción tras canción, broma tras broma, hasta que de repente alguien dijo: "¡Que pase Gazapo! ¡Que pase Gazapo..! Que nos diga uno de sus poemas".
Fue hasta ese momento, que me di cuenta de que alguien nos había estado observando. Alguien que disfrutaba de nuestras ocurrencias, pero sin atreverse a participar...
Con más pena que prisa, Gazapo, se levantó de su asiento, pasó al centro, y después de una profunda inhalación, empezó a hablar...
Fue impresionante escucharlo, con esa voz tan pausada; sus palabras tan medidas; un lenguaje, tan natural, que no sabíamos en qué momento estaba platicando o diciendo uno de sus poemas. Cuando terminaba, quedábamos aletargados, pasaban segundos (que parecían minutos), antes de que nos diéramos cuenta de que el poema había terminado. Muchos nos quedábamos sin aplaudir.
El siguiente poema fue uno de los primeros que le escuché:
Consciente estoy en que amarte,
es querer un imposible,
pero una fuerza invisible,
me obliga mi bien a hablarte.
Y repito tu nombre en mi mente
y como si a mi llamado acudieras,
cierro los ojos y puedo verte,
como si en verdad estuvieras.
Mas al quererte tocar,
tu imagen se desvanece
y todo morir parece,
como la estela en el mar.
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