Hola Juan Carlos:
Sabes, hoy me costó abrir el Outlook. La idea de esta página en blanco me oprimía.
Pero te debía el mail del estribo, el que nunca hubiera querido escribir.
Estoy llena de reproches, de rabia, de incertidumbre, de recuerdos que me llevan y me traen, de tantos terribles porqués …
El viernes hubiera sido tu “última cena” con esa gente de hierro que pobló este raro lugar. Lugar de afectos, de odios, de familias que ahora por esas cosas del destino, no están viendo repetir el corretear de nietos en la vereda, como lo hicieron tus hijos y los míos. El dejar la bici en medio de la calle o la muñeca abandonada en el cantero porque la leche los llamaba con su ceremonia de facturas, de tortas de la abuela o de dulces nacarados, como un bello cuento del pasado. De ese pasado que nos llenaba los fines de semana de césped y de cercos, de mates en la obra, alcanzados por aquella compañera que tejía, o apuraba la última puntada en el moisés de la nena.
Fueron días de alargar pantalones, de aplicar pitucones, de redondear los ruedos, de crecer con los hijos, cuando el pintorcito cambiaba por el blanco y el blanco por los azules y los grises y nosotros entonábamos por última vez el Himno, en la ceremonia que nos decía que los chicos ya dejaban la ruta de la infancia para enfrentar carreras.
Y el auto cambiaba de chofer y traía los primeros raspones.
Y llegó el sagrado día de recorrer la web, los correos de amigos, los sueños encriptados, los archivos pesados y la maldita costumbre de combatir los virus, esa mala palabra que nos dejaba sin rígido, o nos comía contactos, duplicando correos, angustiando presentes.
Me parece tan raro dibujar las palabras para que llenen la hoja, para que encuentren camino en tu espacio vacío.
Yo no tengo vocablos para hablar de partidas.
Me parece que mis brazos me quedaron tan cortos para abrazar a Diana, para decirle “te quiero”.
Es un penar a solas, mirando a lo lejos, sabiendo que el mundo seguirá dando tumbos y nosotros rodando, intentando estar vivos, cuando el llanto nos deje razonar este duelo.
Hoy es duelo y consuelo de todos, tu partida serena, prolija, evitando dolores y vigilias de muerte en terapias eternas.
Hoy es momento de decir que estas líneas se quedaron sin dueño.
Desde el afecto, a un querido amigo y compañero de una Somisa inolvidable, con una familia que hizo propia mi corazón.
|