HABITACIÓN DEL VIAJERO
Aquel cuarto fue una locura.
Seguramente tenía vidas incontables,
Devoción por los poros,
Alas de invierno sobre barcos de espuma.
Desde el cuarto piso la toalla del horizonte
Y el puerto de los ojos
Beben diminutos transeúntes.
¡Vaya los recuerdos
invadiendo las paredes del invierno!
Después de tantas tormentas
Ríos de humedad.
Y caminos descalzos sobre la alfombra del otoño:
Infinita estación de lo perecedero y el renuevo.
Por ello palpito y unto a la piel del instante
Y al árbol de ceniza de las imágenes
Grabadas en tapices de rostros y viento.
Isla Santa María, 18032004
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