Natalia, hija,
¡Quince años!
Quince mayos ya pasaron
y aun te recuerdo pequeña
y frágil entre mis brazos;
una bendición de Dios,
triunfo sobre mis fracasos.
Tu primer día en el jardín
tampoco se me ha olvidado,
capullito tembloroso,
con los labios apretados;
ni tus días de primaria,
que tan rápido pasaron,
entre alegrías, ausencias,
y un reloj despertador
que solía estar atrasado.
Hay cosas que uno no suele
decirle al que tiene al lado,
porque supone que es obvio,
que está demás mencionarlo,
que el otro seguro sabe
qué sentimos, qué pensamos,
mas me hace falta decirlo,
me hace feliz declararlo:
aunque no vivamos juntos,
mi corazón aferrado
profundamente está al tuyo
(papá siempre está a tu lado),
y nunca podré estar lejos
por lo mucho que te amo.
Hoy miro tus ojos tiernos
y veo con sólo mirarlos,
tus ansias por ver los ojos
de algún príncipe soñado
que al mirarse en tu mirada
caiga a tus plantas domado.
Y veo tus labios sedientos
de besos enamorados,
que descubran la mujer
que esta niña está ocultando.
He visto en ti hermosas cosas
a lo largo de estos años,
te vi formarte serena,
esforzada en comprender
las razones del pasado.
Y así, resultaste ser
más alta de lo esperado,
superar la expectativa
de este padre esperanzado,
del que no podrás decir
jamás que no te haya amado,
y que por ti, en algún tiempo,
se pasó noches llorando,
porque no es buena tu ausencia
amándote como te amo.
Sabe Dios, mi Amor y esos dos
loquitos de tus hermanos,
que feliz me hacen tus besos,
poder tenerte a mi lado,
abrazarte, acariciarte,
poder tomarte las manos,
o hablar de tus profesores
o de La Casona el sábado;
gozar el don de tu risa,
y saber que no cumplirás
tu promesa de ahorrar algo.
Natalia, hija,
¡Quince años!,
tu padre se siente honrado
de ser tu padre;
no hay hombre
que sea más afortunado.
Te miro y estoy tranquilo,
tengo confianza en tus pasos.
Recuerda que estoy contigo,
siempre te abriré mis brazos
y el corazón, y no dudes
lo que sea... puedes contármelo,
no importa que tengas quince,
treinta o lo que sea de años.
Papá siempre estará cerca,
siempre me tendrás al lado.
¡Princesa mía!, ¡Dios te salve!
Natalia, hija,
¡Quince años!.
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