Pienso en el momento único
en que el cosmos fue creado,
la explosión primigenia,
la del principio,
cuando antes nada era.
Recuerdo las semillas
de dorado maíz,
germinando en el vaso,
la entrega de esos granos
para que brote un tierno
tallo con sus hojitas.
Mi retina me devuelve
la imagen de un pequeño
capullo desperezándose,
extendiendo su corola,
para que el mundo vea
colores refulgentes,
para que goce el aire
de inigualable aroma.
Acude a mí la historia
bíblica en el desierto
cuando ante una orden divina
las rocas desgarraron
su pétrea fortaleza
para entregar la vida
con apariencia de agua.
Serás pronto,
radiante mujer encinta,
la suma de esas fuerzas:
causa de otro universo,
grano dando su fruto,
capullo floreciendo,
roca manando vida.
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