Se que nací con el destino en los brazos,
con la dulce sospecha del amor,
y el tierno acontecer que me llamaba.
Se que no es fácil escalar el cielo,
y adornar estrellas con claveles,
ni siquiera surcar otoños,
y predecir que pasará mañana.
Y se también que el límite
se expresa en la conciencia,
en su eterna vigilia.
Se que la muerte es casi una mentira,
pero que da miedo,
y aún así se soporta.
Pero sobre todas las cosas,
se que amar en silencio me redime,
y me abre paso y me guía,
hasta esa parte del ser,
que nunca dice NO,
¡y cierra filas en torno a la esperanza!
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