Dime alma sabia, tú que tanto anhelas,
si no fuera cariño lo que espero,
que al dejarme llevar por el dinero
de apostar nunca dejo a las quinielas.
De sobra sé que a la razón apelas
al recorrer a pata el mundo entero,
cosa que yo también, quizás, prefiero,
si postergar lograra las secuelas.
Hoy me pregunto lleno de esperanza:
cómo voy a saber si con orgullo
callo de corazón lo que me hiere,
si con dificultad lleno la panza
obviando recibir cualquier arrullo,
afecto del que tanto se requiere.
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