Soneto.-
Ojalá que mi tenue inteligencia
nunca sea la causa entre comillas,
que a lo sumo jorobe mis costillas
hasta poner a prueba mi impotencia.
Pues aunque grandes dosis de paciencia
aplacan el furor de mis mejillas,
a veces siento débil las rodillas
observando de cerca la violencia.
Porque salvajes rugen los instintos
cuando tal vez jamás se les educa
con dosis de respeto y tolerancia,
librando la razón de juramentos,
la fórmula obsoleta y ya caduca
digna de la más ruda militancia.
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