Hoy me confieso padre, haber mentido
y correr libre por el bosque abierto
en busca del mejor y fértil huerto
acallando a la tripa su quejido.
Confieso disfrutar de mi latido
entregado a mis vicios bien despierto
a la vez que me hacía tan experto
en burlar a la mente su descuido.
Pues no me arrepentiré de jugar claro
mi credo, si al correr un grave apuro
ese dios al infierno me mandase,
dando buen argumento sin reparo
que a mi alma no le espera otro futuro,
que esperar que la vida sólo pase.
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