Si esta vida de perros mal me trata
con gran cautela la veré de frente,
porque soy responsable y consecuente
y meter no deseo más la pata.
Pues de pensarlo, creo, aún me mata,
sentir como mi madre de repente
hasta mí se acercaba indiferente
y en mis nalgas rompía su alpargata.
Hoy las humillaciones descubiertas
las transformo en trofeos
porque no están exentas de cariño,
y sus ventanas siguen bien abiertas
a que se cumplan todos mis deseos
tal cual pensaba siendo aún un niño.-
|