Y soñaba una vez en mi guarida
con todos mis enigmas descubiertos,
que aunque entrara y saliera de los puertos
jamás iba a faltarme la comida.
Pues siendo condenado de por vida
a correr con los ojos bien abiertos,
al ver que mis ladridos eran ciertos
toda mi suerte estaba decidida.
Pero cuando se pasa sed sin tino
y te dicen que si robas te condenas,
los sueños se transforman en reales
dejándote a la suerte del destino,
rezando que se rompan las cadenas
y en polvo se derritan sus metales.-
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