Tanto le cuesta al rico dar comida
como pedirla al pobre le revienta,
porque su dignidad la pone en venta
y su boca se calla deprimida;
porque no ve ninguna otra salida
del panorama laboral se ausenta,
pues trabajar tampoco por su cuenta
al Estado inconsciente le intimida.
La solución parece ya tomada
al imponernos nueva dictadura
por las bravas a base de decretos,
legislando la ley a la patada
sin que ningún atisbo de cordura
les haga doblegar sus esqueletos.-
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