Si no fueran corruptos los banqueros
y razón los políticos tuvieran,
quizás los empresarios nunca fueran
unos considerables usureros.
Frenéticos amantes de dineros
que malgastar en vida ya quisieran,
o llevarse a los cielos hoy pudieran
con júbilo tocando sus panderos.
Porque Dios no reparte la justicia
como sus seguidores hoy proponen,
si mentira parece cuanto tocan
al bendecirlo todo con malicia
viendo como sus métodos disponen
sin escuchar las quejas que provocan.
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