Como pinto mi cielo del color
que a mi loco destino se le ocurra,
casi nunca diría que me aburra
aunque hubiera de hacerlo con rigor.
Quizás no sea un buen admirador
de cuanto en este mundo transcurra
y por si entre los dedos se me escurra
no quisiera perderme su sabor.
Nunca estará de mal algo de suerte,
si quisiera adaptarme a ser feliz
de la forma que al mundo le apetezca,
y a su estilo creer en lo divino
yendo sin corazón ni cicatriz
hasta tanto a mi cuerpo le parezca.
|