Cómo me duelen mogollón los años
cuando las ganas de vivir se agotan,
y es que de lejos cantidad se notan
como andar no se logra sin apaños.
Porque subir ya cuesta los peldaños
y los dolores al riñón azotan,
los días en la mente me rebotan
mientras de nada sirven los engaños.
Sumergido en un mar de incertidumbres
hurgando en la penumbra de los miedos
así se vuelan hoy mis ilusiones,
y gracias que me pierdo por las cumbres
lejos de la avaricia y los enredos
donde mejor se borran mis marrones.
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