Pues a morir de viejo yo me apunto
siempre que las arrugas me respeten,
y ojalá que los médicos me reten
a no enterrarme enfermo sin difunto.
Porque gozar la vida quiero y punto,
aunque a veces los zánganos me aprieten
las clavijas, si locos arremeten
y a los infiernos mandan el asunto.
Porque el hambre marcando mi camino
pronto afinó a la tripa su trompeta
hasta hacerme perder bastante el tino,
tanto que busco sin cesar la meta
aunque a saber si yo a sus pies me inclino
por no tener a mano una escopeta.-
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