Como nunca me expongo ni extrapolo
por unos restos del amor materno,
cuando incluso el apego más fraterno
sienta que casi nunca lo enarbolo.
Y a veces juego por lanzarme solo
descubierto a la hoguera del infierno,
aún sabiendo que es mío el gobierno,
sufro de sobras cuanto me controlo.
Pero harto de escuchar tanto reproche
nunca escatimo esfuerzo ni coraje
a tomarme la vida con más ganas,
ni doy un paso atrás hacia la noche
por descuidar mi sino en este viaje
desechando el frescor de las mañanas.
|