CUERPO IMAGINADO
Y cuál no fue mi risa Prometeo,
tocarse con un cuerpo imaginado
y sentirse hasta el ama acariciado,
sin padecer ningún vulgar mareo.
Pero si a ciegas miro lo que veo,
alejarse un montón de lo soñado,
sálvenme de sus garras si atrapado
no brinco por encima del deseo.
Y es que pasar del sueño a la amargura,
en medio de ese gran abrupto espacio
donde duerme la mente algo maltrecha,
siempre es materia fácil de locura
que nunca necesita de prefacio
si acaso fuese el diablo quien asecha.
|