Ya sean tus halagos bienvenidos,
pues como necesito del sustento,
bien le procuro al alma su alimento
como harían los pollos en sus nidos.
Porque viviendo así de precavidos
desde el instinto otean el momento
cuando más necesitan del aliento
por sus padres resultan bendecidos
Y como soy experto en convicciones
repartiendo misivas por el mundo,
ya no me aferro al rastro de tu ausencia,
pues tan harto camino de sermones
que obviando parecer un vagabundo
bien me agarro al timón de mi creencia.
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