Nunca podré aceptar el torbellino
de verdades basadas en la muerte,
donde se libra toda mala suerte
mucho antes que aparezca lo divino.
Quién adivinaría mi destino
para darle a la vida un miedo inerte,
donde tanta conciencia se divierte
después de emborracharme con buen vino.
Y es que habiendo nacido muy travieso
apenas hoy comparto esa alegría,
como si fuese ya la historia muerta
quien me condene a proseguir confeso
tratando de escribirlo en poesía
sin pretender entrar en la reyerta.
|