Sin más arte que maña nunca eludo
controlar el pavor que de repente,
rápido, se apodera de mi mente
cuando sin más pretexto le sacudo.
Y reconozco ser muy testarudo,
sin darle tiempo al coco que se invente
el mejor sentimiento ambivalente
que me ofrezca un tesoro menos crudo.
Pues echo en falta una respuesta justa
que ponga en evidencia mis instintos
en el punto que más meto la pata,
porque ansioso de cuanto hay que me asusta
mucho me empeño en ver los laberintos
donde tan sólo existe una fogata.
|