A menudo me siento tan ausente
que ni voy a las toros por desidia,
aunque después del rico sienta envidia
si disfrutar le veo de repente.
Y es que a ratos no soy muy consecuente,
cuando en mis trece criticar la lidia
supone que a los pijos les fastidia
más que el dentista les extraiga un diente.
Cuánta impotencia, diablos, me atormenta
ante la vanagloria de los ricos,
quienes por exhibir su vestimenta
hoy derrochan la pasta en abanicos
queriendo refrescar su cornamenta
y de paso taparse los hocicos.-
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