SONETO.-
Los cómos, me los como yo, y los cuándos
desayuno también siempre que pueda,
porque perdidos de mi tren los mandos
otro remedio a mano no me queda.
Será que ni vistiéndome de seda
ante la audiencia nunca doy el pego,
puesto que si la lengua se me enreda
con mis propios reproches ando ciego.
Por eso yo no siento nunca apego
por las desilusiones del pasado,
porque a retroceder igual me niego
al lugar donde fuera maltratado.
Porque aprendí a decir también ya basta
aun careciendo de fortuna y casta.-
|