En la soledad has sido
el centinela de mis días,
y en mi vigilia has sido
el llanto y la risa de mis sueños.
La razón y la pasión
son el timón y las velas
de nuestra alma navegante.
Fluir y ser como el arroyo
que murmura
su melodia en la noche.
Despertar al alba
con un corazón alado
y dar gracias
por otro día de amor.
Porque lo que en vosostros es infinito
habita en la casa del Cielo,
cuya puerta es la niebla
de la mañana,
y cuyas ventanas
son los cantos
y los silencios de la noche.
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