CON NERUDA, SÍ.
(Homenaje)
Con los plenos poderes del asombro,
Acaricio jardines de invierno y levanto
Mi espada encendida para celebrar el fragor del hierro.
No el hierro de una humanidad ida. No.
Ni siquiera el puñal a contraluz que acalla,
Ni la efigie heráldica cercenando ojos,
Ni el hacha pululante de soledades,
Ni la guerra que cambia de traje a los pueblos,
Sino la saeta del trino. La saeta del vaho.
La planicie del mar, desnuda en óleos, en sed.
El invierno de huracanados caballos,
El almanaque olvidado de los caminos,
La profundidad despierta de los pájaros,
La espiga regada para el pan,
La llama de las aguas invisibles.
Con Neruda, sí, trasegando espejos.
Haciendo fogón de los sueños. Barcarolas.
Dormir sin dormir y caminar sobre la noche.
Quemar manos con fuerza embriagadora.
Palpitar en un cordel de campanas.
Rejuvenecer el mar con abrazos perfectos.
Reír para ahuyentar las olas de las tinieblas.
Con Neruda, sí. Sin preguntas. Sin regresos.
Desatando lunas entre rosas separadas.
Sembrando memoriales cuyas raíces sean sueños.
Porque detrás de nosotros hay largas noches,
Molinos de viento atascados,
Pilas bautismales secas, obrajes abatidos
Por el estigma y la fanfarria inhabitable del mediodía.
Isla Santa María, 21032004
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