Dormido,
bajo sábanas de seda,
estaba Noviembre,
con el dulce eco
de un silbido golpeánte,
el recuerdo aletargado
retoma y muestra forma,
en mi inagotable mente:
unos brazos...
que marcaron huella
y aún presionan mi espalda,
mantienen la esencia
y respiro su fragancia,
siento como todavía arropan
entre sus cadenas
lo más profundo de mi alma...
...unos labios...
que hasta en el más
amargo momento,
dejaron sabor a miel,
incluso lo paladeo
y revivo aquellos besos...
...pero...
lo que nunca olvidaré,
aquella inesperada lágrima
que brotó de mis ojos,
y deslizándose palpitante
por mis mejillas,
decía adiós,
al presentir,
que esta sería la despedida de su rostro,
cuanto echo de menos
su sonrisa,
que sabiendo que era el final
no me desmerecía,
solo las casas que nos hacian esquina,
fueron testigo del secreto
que se guardará en mi corazón,
para el resto de mis días.
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