La noche envuelta en sombras, congelada
ni siquiera la luna se deja ver
deambula en la oscuridad la mirada
Se escapan en un eterno anochecer
fantasmas sin rostro, sin decir nada
pareciera que no fuera amanecer
Y el silencio, desde un puerto, desgarra
con su frialdad al alma taciturna,
sin claridad que bese la mañana
ni sueños, ni el rocío de la luna
Más allá del alma quedose el alba
inalcanzable, envuelta en densa bruma.
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