Cambio mi soledad por un arrullo
que nunca comprometa mi destino,
si sólo encuentro mal en el camino
de los líos que puedo me escabullo.
Tampoco cambio honores por orgullo
que la fama supone un torbellino,
si me fío del mundo masculino
iría de cabezas para el trullo.
Porque quizás quien menos corre vuela
en asuntos ambiguos de dinero,
cuando hasta dios se casa con el diablo
pues si los intereses suben tela
mejor no sepas nada compañero
que yo con los ministros jamás hablo.
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