Bajo este generoso firmamento
las personas soñamos ser iguales,
siendo así que nos rezan los anales
ya listos a sentar conocimiento.
Y mucho nos limita el sentimiento
saber que nos acosan tantos males,
cuando ya no seremos los chavales
que antaño no temíamos ni al viento.
Y largamos de boca para afueras
todo cuanto nos sale de las tripas,
que mucho bien haremos en callarnos
sin tener que cambiar así de aceras,
como aquel que se escapa de chiripas
sin ningún resquemor por molestarnos.
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