SONETO
CADA CUAL CON SU REBAÑO
Temiendo que la envidia no me tiente
al ver que cada dueño a su rebaño
a pastar lo conduce año tras año
donde mejor, diría, clava el diente,
yo a descansar me largo bajo un puente
donde con pocos útiles me apaño,
y porque siendo yo bastante huraño
dos dedos ya me bastan en la frente.
Y es que toser difícil me resulta
según parece, y sin pudor observo
solo en mitad de singular abismo,
que cada cual sus bártulos sepulta
a salvo de las ínfulas del cuervo
a quien nada le cuesta su intrusismo.
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