Una malvada y traviesa bruja
a su amigo el futbolista
una broma le gastó
Abra cadabra -dijo-
y en balón lo convirtió.
Pero como la bruja aparte de traviesa
era mala en sus lecciones,
en vez de pelota un sapito consiguió.
¡Oh no! -dijo la bruja- yo quería un balón.
No te preocupes -dijo el sapito- me gusta como estoy. Súbete a mi espalda, y agárrate fuerte que de un salto a la luna te llevo hoy.
Y así el sapito y la bruja
a la luna se fueron
y de ahí a la montaña
para admirar el cielo.
Platicaron y jugaron
y así alegres estuvieron.
La brujita enternecida
por su dulce compañero
decidió romper el hechizo
y probar suerte de nuevo.
Acércate y cierra los ojos -le dijo- que con un beso en príncipe te convierto.
No, no los cierro -dijo el sapito- que un beso yo no quiero. Lo que quiero son mil besos de esta linda brujita, y si no los tengo, entonces como sapito me quedo.
La brujita quedó asombrada
de encontrar tan bello sentimiento
que no le dió mil besos
sino mil doscientos.
*Siempre hay un dulce sentimiento que asombra y conmueve aún a la bruja más malvada y traviesa.*
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