Es el hombre
en la obra de la vida,
actor a la usanza antigua.
Cubre su estampa,
vela su alma,
adaptándose al papel protagonista.
Es el hombre
en la escuela de la vida,
escusa de la forma escrita.
Cubre su rostro,
elige su máscara,
en busca de la gloria efímera.
Es el hombre
en el sueño de la vida,
acertijo, decepción y fantasía.
Cubre su carencia,
busca el placer,
en contienda desigual reñida.
Es este hombre
de las múltiples caretas,
vacío, vanal y sin cuidado.
Hombre,
de tí nada espero.
Más es el hombre
que actúa sin máscara,
enfrentándose valiente al sino fiero
quien merece la gloria del laurel
en su frente altiva
y ver su integridad honrada.
Es a tí,
hombre sincero,
a quien digo sin vergüenza alguna:
Hombre de todo mi respeto.
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