No puedo mas que odiarlo,
todo cuanto vivi o no vivi,
aquel dia a tu lado,
por eso quiero enterrarlo.
Porque cuando apareces,
como sin romper un plato,
dócil sumiso, victima,
sin siquiera dudarlo.
Encumbrado ante
quien no lee despacio,
ni saben de ti la mitad,
de lo que yo hubiera gritado.
Por ser como eres,
siembras odio de por vida,
aunque antes que odiar,
prefiero decir: te amo.
Mereces eso y mucho mas,
vas por la vida de hermano,
para dar la puñalada,
y dejar el alma sangrando.
Te perdono la seducción,
y los besos apagados,
no te perdono la desfachatez,
de pasar por mi vida volando.
No perdono el aleteo desalmado,
apagando mi suspiro exhalado,
sin un mínimo de amistad,
tras el tiempo pasado.
No perdono el encuentro buscado,
jugando al raton y al gato,
ni el haberte tú invitado,
ni el ensordecedor portazo.
Ahora que todo es bello,
que mi amor está cuidado,
sigues apareciendo ante mi,
tan solo para ensuciarlo.
Pobre dios de barro.
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