El pequeño gorrión que
recien empluma, o el zenzontle
que por primera vez canta o
el tierno pichón que juega
a que vuela.
Así cómo tú cuándo los primeros
pasos diste, balbuceando apenas
las palabras, día a día te fuí
enseñando.
Inventé para tí divertidos
cuentos, canciones de cuna
y bellas historias y platicámos
de tarde en tarde como gente
adulta aunque díminuta.
Tomando una taza de té
a la luz de la luna y danzamos
en torno a la fuente cómo sí
fueramos niños.
Inventé para tí montañas nevadas,
ríos azules y doradas cascadas,
viejos castillos con reyes y reynas
y uno que otro curioso pajecito.
Corté tantas flores, recogí con
mis manos el rocio para peinar
esas trenzas con tanto cariño
entrelazando hilitos de plata.
Pasó todo tan de prisa que no
recuerdo el cuándo ni el como
deje de tomar té en esa tacita
de correr como niños traviezos
alrrededor de la fuente.
De ver esos rios azules de
contar cuentos nocturnos,
emplumo mi gorrioncito le
enseñe a cantar a mi zenzontle
y mi pichoncito vuela seguro
en el horizonte.
|