Para mí penas de penas,
es no tener que comer.
No amar a la virgen buena,
y a Jesús, no conocer.
Para mí penas de penas,
es no ayudar al caído.
No solucionar dilemas,
al que se encuentre aturdido.
Para mí penas de penas,
es no conocer la fe.
Y en una extraña colmena,
vivir bañada de hiel.
Pero Jesús en mi faro.
Y la fe mi compañera.
Con ellos dos a mi lado,
¡quien tiene penas de penas!
|