Qué le digo a la luna,
qué le canto a la noche,
cómo converso al sol.
Cómo expreso alegría,
de que hago derroche,
si no tengo tu amor.
Cómo pues levantarme
de esa cama vacía.
Y escribir mis poemas,
si no hay inspiración.
Cómo mirar los niños,
que son mi idolatría,
sin nada de emoción.
Cómo elevo mis rezos,
sentidos y profundos.
Cómo decir si herimos,
la palabra perdón.
Cómo saber que existe,
en este ingrato mundo,
un rayo de esperanza,
que nos conduzca a Dios.
Cómo podré Dios mío,
adaptarme a la idea,
de saber que estoy viva,
si adentro, muerta estoy.
Dímelo Tú que sabes,
mi terrible dilema,
y entrégame la llave
que abra mi razón.
Poniéndome en la mente,
como único lema,
que estoy viva, no muerta,
¡aún sin tener su amor!
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