¡Cuántos y cuántos ancianitos hay en el mundo!
Son sus canas, reflejos de los años que cargan,
de la experiencia acumulada y el ayer que hubo,
hilos de plata y joyas del tiempo que les acompañan.
Unos, son activos, alegres, optimistas y risueños,
le dan la mejor cara a la vida diariamente.
Para ellos, los días son siempre del todo buenos,
no sufren depresión y asumen su momento tranquilamente.
Otros, entre las enfermedades llevan sus tristezas,
viven su vejez sin ilusiones, quizás abandonados.
Tienen, entre ceja y ceja, preocupaciones añejas,
insomnios y amarguras, acaso por lo que no lograron.
Algunos más, están reñidos con el paso del tiempo,
desearían siempre primavera, en lo que es otoño.
Viven del pasado y siempre tienen como pensamiento,
que es malo ser viejos, pero su edad es de oro.
A ustedes, mis queridos y respetados ancianitos,
de sus años deben sentirse todos muy orgullosos.
Nosotros, les seguimos puntuales, paso a pasito,
llegaremos a la vejez quizás, ojalá sea gustosos.
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