Convertida hoy en un constante manojo de angustias,
invocando a toda hora a los santos de su devoción,
pregunta a gente seria, también a la mustia,
por ese hijo perdido, fruto de todo su corazón.
Por muchos caminos, ha ido con sus pies cansados,
pero posee el amor, el coraje, la inconformidad
y el arrojo, para demandar que se haga algo,
que le devuelvan a su muchacho y acabe su calamidad.
Por su lucha, ahora hasta algo sabe ya de leyes,
un poco de política y también de derechos humanos.
¿Cómo olvidar a su hijo, que tanto le duele?
De su lado, lo apartaron seres malos, malvados.
Pálida pero firme, ella no se da por vencida,
pregunta a gente seria, también a la mustia,
sabe que con mucha suerte, tal vez algún día
se acabará su penar, o que quizás muera en angustias.
|