En una guitarra, en los fuegos, con una espalda,
con luz de estrellas, en medio de oscura noche;
tu, como yo, encerrados en una casa encantada,
donde el mobiliario no existe, sólo pasiones.
Tú, como yo, con un sol radiante en cada brazo,
con el mar hecho, por nosotros, un simple espejo,
jugando con la vida misma entre nuestras manos,
bebiéndonos la lluvia, rompiendo el suave viento.
Tú, como yo, escuchando el trinar de los pájaros,
locos, frenéticos, soñando tal vez con almendros;
no hay tiempo para silenciar sus sollozos apagados...
Tu, como yo, con el corazón entre los dedos.
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