A tí, mujer adorada y bendecida,
mis cándidos amores en tus oídos;
en mi corazón, pompa y alegría,
besos de espuma finos, tersos, sentidos.
Cuida con esmero, en tus oídos,
mis cándidos amores en la jornada,
pompa y alegría, cuajadas de rocío,
fruto de nuestros corazones henchidos.
Alegra el alma en el plegaria,
que tus ojos reflejen, en los albores,
luz al beso, como bendición diaria
y de rodillas, mis cándidos amores.
Pompa y alegría en la jornada,
en tus oídos un acento blando.
Por los fulgores, ¿quién te llama?
Es mi corazón, por tí cantando.
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