Él te dijo una vez que le gustabas mucho
y fue a tu alma lo que es el agua en el desierto;
inundó con mentiras el corazón tuyo,
y quisiste creerle aunque no fuera cierto.
Le diste de tu huerto los frutos mejores,
callaste tu dolor para ser su alegría,
su calor abrigó tus viejas ilusiones
de ser su amada única para toda la vida.
Hoy tus manos extrañan la carne que ha partido
hacia la única amada, la realmente querida,
y está tu corazón como un ciego perdido
y tu alma suplicando que llegue otra mentira.
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