Podría invocar en estos versos tu presencia,
pero entonces interrumpiría tu paz eterna.
Podría lamentar tanto más ésta tu ausencia,
pero entonces sólo engrandecería más mi pena.
Podría llamarte a gritos y llorar a mares,
pero entonces sería el esclavo de mi egoísmo.
Podría volar con mis pensamientos y alcanzarte,
pero entonces me alejaría de mí mismo.
Podría, pues, hacer todo esto y mucho más,
pero debo ser prudente, debo ser coherente.
Me acuerdo siempre de tí, tú ya estás en paz
y yo, aquí, sin tí, debo ser más prudente.
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