Lejos del río, de las campiranas casas,
de huellas lejanas, las rosas y dalias
platican de todo, sobre las arenas pardas,
entre risas y llantos, con singular gracia.
Rumor entre dientes es el que la luna vierte.
En el infinito, el aire, conmovido,
acaricia con suavidad tu corazón caliente,
entre olorosos y apetitosos panes de trigo.
Basta con verte, basta con simplemente tocarte
de amor encendida, en tu mundo de miel.
Lejos del río, bajo las estrellas distantes,
me das sólo un beso, que yo multiplico por cien.
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